La empatía puede definirse como la capacidad de ponerse emocional (y también cognitivamente) en el lugar de otra persona, de comprender lo que pasa por su mente, y cómo y por qué se siente de determinada manera, todo ello desde su perspectiva y, por tanto, reconociendo que las ideas, creencias y valores del otro pueden ser distintos a los propios.
Las 4 acciones que propongo para desarrollar la empatía en mi centro educativo, tanto con mis alumnos como con mis compañeros, son:
1ª. IDENTIFICAR MIS EMOCIONES.
Justificación: Los problemas del día a día hacen que muchas veces tengamos que modificar nuestra programación y adaptarnos a las distintas situaciones. A veces las emociones negativas interfieren en nuestro trato con los demás.
Reflexión: Con esta actividad he identificado el malestar con el que algunos días estoy en clase, atiendo a alumnos o compañeros, enfrentando así estas situaciones de una forma más serena, con una actitud más relajada y activa.
2ª. IDENTIFICAR LAS EMOCIONES DE MIS ALUMNOS.
Justificación: Debido a la cantidad de contenidos que hay que enseñar, los profesores estamos limitados a la hora de observar al alumnado individualmente y percatarnos de sus problemas. Esto conlleva que los alumnos no siempre tengan la actitud adecuada en el aula.
Es necesario ponerse en sus zapatos para adaptar el proceso de enseñanza a sus necesidades en cada momento. De esta forma ellos percibirán que son importantes y que pueden contar con alguien.
Reflexión: Esta actividad ha mejorado el clima de clase, ya que me ha permitido acercarme más a ellos, tanto en grupo como individualmente.
3ª. IDENTIFICAR LAS EMOCIONES DE MIS COMPAÑEROS.
Justificación: Escuchar a los compañeros sobre las situaciones que cada uno esté pasando, para intentar ponernos en su lugar.
Reflexión: A veces las situaciones nos desbordan y cuando una persona necesita compartir esas emociones, es importante escuchar y no juzgar.
4ª. PRACTICAR LA ESCUCHA ACTIVA.
Justificación: A la hora de escuchar es necesario hacerlo atendiendo al mensaje que nos están transmitiendo y a lo no verbal. Intentar no interrumpir, no juzgar y estar atento a lo que sienta la otra persona.
Reflexión: Este punto requiere mucha práctica, puesto que normalmente estamos acostumbrados a interrumpir constantemente al que nos quiere contar algo que siente, con lo que conseguimos que se cierre y que deje de compartir sus sentimientos o emociones con nosotros.
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